Es obligatorio para todo hombre musulmán sano, adulto y mentalmente capaz y que no esté viajando. Comienza al amanecer hasta la caída del sol.
Los rabinos del Talmud sostienen que si un hombre marca algo de manera permanente en su piel es culpable de realizar un acto de paganismo.
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La Santa Sede estableció en las últimas décadas once milagros en el país.