Miles de devotos acudían hoy, pese a las bajas temperaturas, al santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, para pedir un empleo digno o no perder el trabajo, a raíz de las recientes suspensiones y despidos en el sector automotriz y de la construcción, además de agradecer los dones recibidos.
En el marco de la fiesta religiosa en honor del patrono de la Providencia, habitual termómetro de la desocupación en el país, los peregrinos también ruegan por la paz del mundo, sobre todo en la Franja de Gaza, y la situación de los cristianos perseguidos en Irak.
"Presidenta póngase la mano en el corazón y escuche que hay mucha gente sin trabajo o con miedo a perderlo", dijo a DyN una joven de nombre Natalia que dijo venir de San Antonio de Areco y estaba a punto de ingresar al templo de Cuzco 150.
"Vengo a pedir que no cambie mi situación laboral, está todo muy inestable", acotó Ramón, de Villa de Mayo, mientras apretaba con fuerza la imagen del santo que tenía entre sus manos.
Mercedes, quien hace quince días que esperaba en los alrededores del templo, dijo: "Pido mucha paz y agradezco tener trabajo. Hacemos el sacrificio de venir. No me sobra, pero agradezco. San Cayetano completó.
"El trabajo es dignidad y gracias a Dios todos tenemos", se diferenció Luis que se acercó hasta el santuario desde González Catán.
Una anciana de nombre Lucía cambió el eje de las peticiones por pan y trabajo, al sugerir: ?Porque no rezamos con fuerza por la paz en el mundo como nos pide nuestro papa Francisco".
En cambio, Rubén, de Flores, pidió por "San Lorenzo campeón de la Libertadores", aunque agregó: "Tengo trabajo y ruego para que Dios nos proteja a todos". El hombre, con la camiseta azulgrana, los colores del club que es hincha el Papa, dijo que estuvo una semana en una carpa en los alrededores del templo y que anoche se "escapó" de la fila para ver el partido en que su equipo empató 1 a 1 en Paraguay.
En tanto, el sacerdote Jorge Torres Carbonell, párroco del santuario, destacó "el gesto de misericordia" que se vive en San Cayetano y valoró que la gente venga a pedir, pero también a agradecer.
Los peregrinos hacen dos filas ordenadas: una que demandará varias horas para tocar la imagen ubicada en el costado derecho del templo, y otra que ingresa por la nave central para verlo de lejos.
Este año la profesión de fe popular lleva por lema "Con San Cayetano celebramos la misericordia de Dios con los más necesitados".
A la medianoche, el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Eduardo García, abrió las puertas del templo en medio del tañido de campanas y fuegos de artificio, y luego bendijo a los peregrinos.
La primera en ingresar fue Delia Noris, una peluquera que hace 33 años recorre de rodillas el trayecto desde el pórtico del templo hasta el lugar donde está emplazada la imagen el santo.
La mujer, con sombrero, poncho y cubierta por una bandera argentina, fue seguida por un grupo de personas con discapacidad en sillas de ruedas.
Desde las 4 se ofician misas a cada hora y hay bendiciones de objetos, además de recibirse alimentos no perecederos y ropas para la Cáritas parroquial.
Unos 1.000 voluntarios laicos, 200 sacerdotes y 800 scouts asisten a los peregrinos, a quienes reparten pan, caldo y mate cocido.
Mientras, en los alrededores cientos de puestos callejeros ofrecen a los devotos velas, estampas y las espigas de San Cayetano, además de imágenes del papa Francisco.
Esta devoción popular también se repite en las más de 45 parroquias del país dedicadas a San Cayetano.