El pasado invierno, la familia Halabi cerró la puerta de su casa dejando atrás la presencia judía de miles de años. Unas 36 horas después de un peligroso viaje de Siria a Turquía, los últimos judíos de Aleppo estaban a salvo.
Motti Kahana, un empresario israelí americano que vive en Nueva York, fue quien orquestó la operación encubierta. En conversación con el diario Tiempo de Israel, subraya que fue un trabajo de equipo y guardó el secreto hasta ahora para proteger a los involucrados.
“No hubo fuerzas secretas involucradas, fueron buenos sirios los que hicieron esto, es muy importante que entiendan que fueron los musulmanes quienes ayudaron a los judíos” dice Kahana. La Agencia Judía y el Ministerio de Absorción también apoyaron con el rescate.
La familia Halabi vivió en Aleppo toda su vida, es su país y no es fácil dejarlo. Kahana comenta que pese a que dejaron de tener agua y luz, todavía era como estar en una caja, que no sabes exactamente qué pasa fuera de ella pero ellos sí se enteraron.
Lo que supieron fue que el Estado Islámico los estaba cercando y el riesgo de ser secuestrados o muertos se incrementó exponencialmente. Uno de los familiares de Mariam Halabi que vive en Brooklyn contactó a Kahana.
Kahana organizó la huida en medio de la noche a bordo de un minibús y les dio pasaportes sirios verdaderos. El chofer hizo un largo recorrido para evitar los retenes: sólo hubo un incidente en el que se encontraron con un retén del Frente terrorista Nusra a quienes dijo que huían de los ejércitos de Assad y les permitieron el paso.
Kahana había alertado a la Agencia Judía de la situación, esperando que hubiera un refugio seguro para la familia en Israel. Mariam y Sara no tuvieron problema y ya se encuentran en Askelon.
A Gilda, que presentó documentación de que se había convertido al Islam después de casarse con Khaled, un musulmán, la Agencia Judía le negó la visa de inmigración, ya que en la Ley de Retorno, se especifica que no puede inmigrar un judío que voluntariamente ha cambiado de religión.
La Agencia sugirió una entrada diferente al país, con una visa de turista, a lo que ella se negó.
A falta de recursos, Gilda Khales y sus tres hijos están de regreso en Siria, pero temen por su seguridad. Sobre esto, Kahana no quiso dar más detalles.
Quién es Kahana
Kahana creció en Jerusalén, es hijo de padres judíos rumanos. Tenía dos años cuando su padre muerió y su madre se casó con un druso. Vivió en una granja con palestinos, drusos y judíos.
“Para mí, todas las personas son iguales, no me importa si rezan tres veces al día, cinco o no rezan”.
Fue después de su visita a Yad Vashem hace tres años que nació su deseo de ayudar a los sirios. A pesar de haber visitado el museo varias veces cuando niño, al visitarlo como adulto, esposo y padre, se volvió más sensible.
Ayudar a los Halabi quizá sea lo más espectacular que Kahana haya hecho, pero no es lo único. Donó celulares a jóvenes en Libia para que pudieran filmar los abusos del gobierno. Cuando estalló la guerra civil en Siria antes que hubiera campos de refugiados en Jordania y Turquía comenzó a llevar ayuda humanitaria para ayudar a mujeres y niños.
Recientemente ha enfocado su esfuerzo en recaudar fondos para las fuerzas opositoras que luchan contra el régimen de Assad.
Fuente: Diario Judío